viernes, 8 de julio de 2011
Estrategia por Jorge Espinosa
Decía James Joyce en su obra, el retrato del artista adolescente, que parte de su aprendizaje es “comprender la vida de las cosas”.
Esta definición es más que acertada, cada elemento nos data y es testigo de un tiempo, y hay un tiempo para cada cosa.
Del mismo modo que la naturaleza se ordena en estaciones y a cada una le corresponde una etapa de su equilibrio; el hombre ha ido adaptándose a su propia historia creando imágenes inseparables de la misma.
La búsqueda de alimento, el cobijo, la adoración a diferentes dioses, todo ha ido evolucionando y, a cada tiempo, le corresponde una definición que resume en si misma su propia esencia.
“Tempus fugit”, lo que nos desconcierta. La historia también lo hace, y los sucesivos estilos edificatorios que ella ha ido depositando sobre nuestro suelo pueden producirnos un cierto desorden conceptual que, sólo el exhaustivo estudio puedo aclararnos.
Si miramos nuestro valle, veremos en él edificaciones singulares que el marquesado de los Vélez ha dejado como testigo de nuestra propia historia.
Los múltiples usos, palacetes para las diferentes ramas familiares del propio marquesado, casas de administración, graneros, silos, almazaras; a través de los siglos definieron estilos correspondientes a cada etapa.
El dominante fue el estilo mudéjar. Su ejecución a base de muros de mampostería o sillarejo con hiladas de ladrillo, formando casetones y geometrías ortogonales, es fácilmente legibles en fachadas. Un ejemplo lo tendríamos en la antigua posada de Almanzora ó en la fachada lateral de la Iglesia del Palacio de los Marqueses de Almanzora.
Tanto la Iglesia como las caballerizas colindantes son testigos mudos de como fue la antigua edificación de los Fajardo.
La prosperidad de la industria minera en la comarca coincide con la ampliación y reforma del antiguo edificio, siendo ya propiedad de los Marqueses de Almanzora.
Se quiere ver en él la mano de Ventura Rodríguez; este arquitecto, nacido en Madrid en 1717, trabaja durante cincuenta años, correspondiendo los mismos a los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III.
Aunque su formación corresponde al estilo Barroco, su arquitectura choca con la de Churriguera o Tomé, siendo el primer arquitecto en adoptar el estilo Neoclásico en sus obras.
No quiero obviar que existen ciertos paralelismos compositivos en lo concerniente al trazado de aterrazados ajardinados y situación del edificio en sí, el Palacio de Almanzora, con el que realizara para el infante Don Luís (hermano de Carlos III), en Boadilla del Monte. Cabría la duda de si al menos las trazas fueran supervisadas por él.
La realidad que vemos del Palacio (yo lo llamaría casa solariega), se escapa de una obra neoclásica de Ventura Rodríguez, mas bien correspondería a un estilo afrancesado propio de la Ilusración. Pero esa imagen heredada puede deberse a un posterior maquillaje encargado por los marqueses para adaptar el edificio al gusto ilustrado.
La posibilidad de situar al arquitecto en Almanzora no es del todo inviable, ya que supervisó edificios religiosos en la comarca.
La factura del proyecto ya es otra cosa, posiblemente realizada por algún alumno del académico, siguiendo sus trazas.
“Tempus fugit”, los jardines aterrazados, -hoy expoliados-, podrían arrojar luz sobre la autoría. La escalera imperial de doble tramo con pilón central hoy desaparecida, los bancos de piedra que enmarcaron el eje longitudinal y el trazado global de los mismos serían preciosos para apellidar la obra.
Ventura Rodríguez realiza en el reinado de Carlos III el Paseo del Prado en Madrid y a el se debe la fuente de Cibeles dentro del tridente que existió entre Neptuno, Cibeles y la Floridablanca. En este paseo desarrolla una serie de fuentes menores y mobiliario urbano de las que habrían podido sacarse lecturas paralelas con los jardines del Palacio de Almanzora, al igual que de los jardines del palacio de Boadilla del Monte antes mencionado.
Me cuentan los mayores de Almanzora, que el Palacio conservó hasta época muy reciente todo su mobiliario, si bien este debió corresponder a la última etapa en la que fue habitado, creo oportuno este dato.
Para comprobar de manera fehaciente una posible supervisión del arquitecto, habrán de realizarse catas (calas), que permitan ver las posibles variaciones del trazado original respecto al que ha llegado a nuestros días.
Hay un tiempo para cada cosa, y, sólo mediante esta primera fase de estudio arqueológico, se podrá deducir la primera imagen neoclásica que presentó el edificio y, quizás, su autoría.
Jorge Jesús Espinosa Peñuela
Almerienses-cantorianos, Inmigrantes que viven entre culturas. María Dolores Carreño
Quiero comenzar este pequeño artículo con la intención de ir desde lo general a lo concreto, un relato sobre la emigración con algunos datos oficiales, del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de l’institut d'estadistica de Catalunya (idescat) también con alguna bibliografía cuya lectura realicé hace años por mi propio interés. Las pretensiones de este capítulo tienen poca ambición exhaustiva, mas bien reflejar recuerdos, desde la memoria y desde el desarraigo de quien ha vivido la emigración, de los sentimientos de familiares y amigos y por supuesto de los propios, del alejamiento de una tierra gris y oscura, la más árida de todo el país, donde el color azul del cielo no tiene parangón con ningún otro lugar, donde el viento sopla casi todos los días de primavera y otoño y el siroco abrasador en verano y, desde donde aún se puede divisar en sus noches un increíble cielo estelar…
Y como iba diciendo…
España ha sido un país de emigrantes, Andalucía es tierra de emigrantes, aunque la situación insostenible de precariedad y pobreza andaluza se materializó en Almería, con diferencia, la provincia más pobre. El ser emigrante deja una huella profunda a quien lo sufre, el desarraigo, vivir entre culturas lejos del entorno familiar y la necesidad de adaptarse para poder convivir y trabajar, son los principales problemas a los que se enfrenta.
Llegó el éxodo, del campo a la ciudad, o de ambos lugares a otros países, desde finales del siglo XIX hasta la década de los 80 del siglo XX. Un siglo de continuo movimiento de personas que han configurado la identidad de nuestro país.
Podemos clasificar dos grandes etapas emigratorias de Almería, reflejo de lo que sucedió en Cantoria, como podremos observar más adelante en los gráficos, ambas diferenciadas tanto por su volumen como por el lugar de destino.
Una primera etapa, fue la emigración a otros países y continentes, como el Norte de África (Argelia), Centro América y América del Sur. Una segunda etapa empezó durante y después de la Guerra Civil, esta fue exterior e interior, Europa Occidental y Catalunya respectivamente. La gran diferencia entre ambas, era que en las emigraciones exteriores el objetivo o mas bien la esperanza era poder hacer fortuna, la posibilidad de retorno a corto plazo era difícil o remota, aunque no por ello renunciaban a regresar y muchos no lo consiguieron.
Quienes emigraron a Catalunya, visitaban la tierra y a sus familias con mas asiduidad (matanza del cerdo, pascua, verano y era corriente mandar a los hijos a pasar todas vacaciones estivales con los abuelos), y muchos de ellos echaron raíces y se asentaron en Catalunya. Fue Juan Goytisolo quién dijo aquello de que “si Dios hubiera querido que el hombre viviera siempre en el mismo lugar, le hubiera dado raíces, como a los árboles, y no piernas como a los hombres”… Goytisolo es un autor que recomiendo encarecidamente, pues ha sabido plasmar en sus diferentes libros, esa realidad almeriense que aunque no es desconocida, si está olvidada por muchos.… Para las nuevas generaciones debería ser de obligatoria lectura. El conocimiento y vivencias de la etapa reciente de la que partimos, ayudaría a planificar mejor el futuro, y procurar que no se cometieran los mismos errores de nuestra historia reciente, pero esto sería motivo para otro tipo de artículo y no deseo desviarme del actual tema que me ocupa.
Si durante el siglo pasado Andalucía se podía catalogar como una comunidad subdesarrollada, donde existieron los mayores desequilibrios sociales y económicos de todo el país, gran parte de este subdesarrollo lo aportaba Almería, por ello contribuyó con mayor porcentaje a las estadísticas de emigración y como no, Cantoria no iba a ser menos, hicieron la maleta y emigraron. En algunos casos se iniciaba con el cabeza de familia, o emigración masculina, en otros casos, los más arriesgados, con la familia al completo. Los ratios más altos se concentraron en países como Francia, Alemania y Suiza, en cuanto a la emigración de ultramar, Argentina y Venezuela, y la interna, en Catalunya, y mas concretamente en el área de Barcelona...
En el gráfico se puede observar la pérdida de población en el municipio casi hasta el año 2.000, es a partir de entonces que se inicia una ligera recuperación, que muy posiblemente se deba al turismo residencial británico y a los inmigrantes latinoamericanos y de países del este (el boom de la construcción). Tal como se observa en la figura, el volumen de la población en algo más de un siglo aún no se ha recuperado de la pérdida sufrida. En el gráfico podemos ver claramente los dos puntos de inflexión más importantes sufridos, el de los años 30 y el de principios de los años 60.
En el gráfico se puede observar la población de hecho y de derecho. Para realizar una interpretación fácil y entendible se trata de reflejar la diferencia entre una y otra cuyo número de habitantes es el que no se hallaba en sus hogares en el momento de realizar el censo, esto me lleva a interpretar de que al ser la diferencia un porcentaje bastante importante podría tratarse de la emigración masculina, los cuales se encontraban trabajando fuera del municipio, fuera donde fuese, pero su lugar de residencia seguía siendo Cantoria, su hogar. No creo que exista ni una sola familia en este pueblo que no tenga familiares (hijos, tíos, primos) o allegados que no hayan emigrado.
Mi familia por ambos lados es emigrante, y se dan todos los casos habidos. Uno de mis tíos por parte de madre emigró a la Argentina con su esposa y sus dos hijos, posteriormente ya en Buenos Aires aumentó la familia y no regresó. No pude conocerlo, quizás alguna vez alguien de mis primos recupere el espíritu valiente y aventurero de su padre y nos visite, o quizás sea yo quien vaya a conocerlos.
Otro de mis tíos, esta vez por la rama paterna emigró a Francia y se estableció en Tolouse, llevado mas por motivos políticos que económicos; no pudo visitar a la familia en España hasta entrada la democracia, y fue entonces cuando le pude conocer. Mientras tanto sus hermanos Ramón, Joaquín y Antonio que vivían en Barcelona, habían ido a verlo e incluso habían concertado encuentros en la frontera.
Corría el invierno de 1.964, besos, abrazos y llantos de familiares y amigos, y yo no entendía el porque. Lo que para una niña es una novedad y una aventura inconsciente, para los adultos es una incertidumbre, un alejamiento y un camino a lo desconocido, a una ciudad que no se sabe con certeza lo que deparará, el viaje hacía un lugar diferente, hacía el conocimiento y vida en otra cultura… Cuantas lágrimas se han debido derramar en la antigua estación de Cantoria. Cuando se hace consciente mi memoria ya íbamos por la provincia de Valencia y los compañeros del vagón con ánimo de entretenimiento me preguntaron si reconocía los árboles que se veían por la ventanilla y que no dejaba de mirar. La curiosidad propia de alguien que empieza a descubrir un nuevo mundo hasta entonces desconocido. Hay que decir que la velocidad que llevaban los trenes hace 50 años daba tiempo de sobra para recrear la vista en casi todo, y por supuesto que reconocía las arboledas del paisaje, que tanto se parecían al pago de Cantoria (pero mucho mas grandes), aunque no acerté con precisión, la respuesta de que se trataban de mandarinos, cuando en realidad eran naranjos chocó a todos, no tanto por el error sino por casi el acierto. Mi corta edad, poco mas de 4 años…contribuyó a muchas risas, el desparpajo y la ingenuidad infantil favoreció a que el viaje de todos se amenizara, como luego mi familia me comentó en mas de una ocasión.
Recuerdo que en mis brazos llevaba mi pepón, un muñeco de cabeza gorda, que emigró conmigo, vestido de azul, regalo de mi padrino. También un bolso, parecido a un maletín, con entrelazado de tiras formando cuadros en blanco y azul. Dentro iban los caramelos para mis primas que vivían en Barcelona. El tren paró en la estación de Francia, ese el nombre de la única estación central que tenía por aquel entonces Barcelona. Ya estaba anocheciendo, no era consciente del tiempo que llevábamos en ese tren, pero debió ser muchísimo. En el andén aguardaban mi padre y mi hermana mayor que habían adelantado unos días para preparar la vivienda. Esta llevaba en las manos una bufanda y unos guantes de color beige-crudo para protegerme del fuerte frío y viento. No recuerdo bien cuanto tiempo tardamos en llegar al piso, pero si recuerdo mi asombro al ver tantas luces encendidas, que no era para tanto pero como nunca había visto algo así y menos en Cantoria. Me pareció subir muchísimas escaleras y andaba perdida por el cansancio del largo viaje hasta quedar sumida en un profundo sueño, hasta el día siguiente que la voz de mi madre me despertó. Cuando abrí los ojos había una niña de mi edad sentada en mi cama mirando fijamente, - ¿tu quien eres? Pregunté mientras iba abriendo los ojos y Rosita, que así se llamaba y era mi prima, respondió, -he venido a por los caramelos que me han dicho que me has traído-, y así conocí a la primera catalana, fue mi primera amiga y compañera de juegos. Después vino el colegio, nuevas amigas, los veranos de vacaciones en Cantoria con mis padres, con mis hermanos, familiares y así fueron pasando los años, bastantes años… y ahora es cuando pensando sobre ello y echando la vista atrás…..
A mis padres no les debió ser tan fácil tomar la decisión, pero antes de ver como poco a poco sus hijos y hermanos hacían las maletas en busca de un futuro mejor (mi hermano mayor ya había emigrado), el temor de que la miseria nos pudiera alcanzar, las vagas posibilidades y ausencia de expectativas de desarrollo social, cultural y económico que nos esperaban en Cantoria, tomaron la decisión y se marcharon a Barcelona. Atrás quedaron parte de familiares, amigos y vecinos, guardando un recuerdo especial de algunos de ellos, de aquellas noches de ronda en la casa de Pedro José…
Lejos quedaron los días de nostalgia por su amada tierra de la que fueron arrancados, y las dificultades y lucha sufrida por hacerse un hueco en una sociedad diferente y hostil por ser andaluz. La acogida de los inmigrantes andaluces en Catalunya no siempre fue agradable. A continuación me gustaría realizar una reseña de un artículo de Antonio Robles, filósofo y periodista crítico sobre el nacionalismo catalán, y estaré en mayor o menor acuerdo sobre sus ideas, pero si me parece oportuno citar estas líneas, no como apoyo a su ideología de pensamiento pero si como una plasmación real, de lo que en “palabras textuales” he reconocido en boca y actitud de quienes veían y vivían como una amenaza la llegada de los andaluces a Catalunya y con los que a diario se compartían relaciones de convivencia, ya fueran profesionales, vecinales o inclusive personales.
“Los caciques te echaron de tu tierra y dejaron sin futuro a tus hijos; aquí, en tu país de adopción, te damos trabajo y un futuro para ellos” (No eres tú quien se gana el sueldo, ni cooperas con el empresario a aumentar sus ganancias; es el patrón quien te salva de la miseria. Los años 60 son un claro exponente de la explotación de la clase trabajadora inmigrante, hacinada en colmenas del cinturón o de barrios enteros de aluminosis, que tantos dividendos dieron a los especuladores de entonces, a los nacionalistas de ahora); “Cataluña me quitó el hambre por primera vez” (Se empiezan a asumir sentimientos de culpa, mezclados con los de agradecimiento. El acoso moral comienza a erosionar conciencias); “No muerdas la mano de quien te da de comer”; “De fuera vendrán y de tu casa te echarán” (A la menor resistencia, mayor dosis de acoso moral); “La lengua catalana desaparecerá en 50 años por culpa del castellano” (Victimismo como estrategia para legalizar futuras agresiones a la lengua impropia). Hasta la misma palabra “inmigrante”, una vez interiorizada, les lleva a asumir su condición de extraños, forasteros o extranjeros.
No es mi deseo entrar en estas últimas líneas en una politización sobre el tema político-cultural, únicamente reflejar y si cabe plasmar algunos retazos de lo que supuso iniciar una vida en un entorno diferente, para trasladar ese sentimiento a quienes no lo vivieron directamente, donde los estamentos políticos catalanes lanzaban el mensaje de que se consideraba catalán a “todo aquel que vive y trabaja en Catalunya”, presuponiendo tácitamente la voluntad de serlo, ¿Quién quería ser catalán?. Dejando pendiente la reflexión y la formulación de lo que eso comporta, a nadie nos preguntaron. Los catalanes tienen su cultura e identidad y los andaluces tenemos la nuestra, que tan fácil sería poder respetar ambas y vivir esa interculturalidad, alejándonos de cualquiera de las tipificaciones nacionalistas. Pero esto daría para escribir en otro apartado.
Muchos son los cantorianos (823 en 2.008) extendidos por todas las comarcas catalanas, sólo en seis de las 41 comarcas no hay representación Cantoriana. Son muchos son los andaluces que viven en Catalunya que no tienen posibilidades de regreso alguno, porque para que ello se produjera, tendrían que ver que sus posibilidades de mejora o la de mantener su nivel de vida fuera posible. Y creo que esas condiciones en Cantoria no han llegado del todo. Tampoco creo que las estructuras socio-económicas en Andalucía hayan cambiado apenas como para poder acoger a la mayoría de los emigrantes que un día se fueron, puesto que tampoco ha habido una política clara desde la comunidad de Andalucía (local, provincial, autonómica) para facilitar el regreso en vida. Así es como formaremos parte de la historia, aquellos cantorianos que se fueron arrancados, se alejaron y que jamás regresaron definitivamente…
Es mi deseo también incluir una mención especial en este capitulo a muchos de los Cantorianos inmigrantes en Catalunya ya fallecidos, algunos que regresaron por suerte y deseo a descansar a su propia tierra y a otros que descansan en tierras catalanas, para todos estos valientes, va este homenaje en su memoria.
Santa Teresa y el Tío Antonio “El Cojo”.
Los hechos acontecidos en la siguiente historia ocurrieron en 1936. Nuestro protagonista se llamaba Antonio García y tenía una minusvalía en la pierna, de ahí su apodo de “el cojo”. Este estaba casado con Rosa Alonso, conocida como la “Tía Rosalía”. Este matrimonio mayor tenía 6 hijos todos varones que ya habían abandonado el hogar familiar. Los ingresos eran escasos ya que su patrimonio se reducía a un cortijo y unos trozos de tierra de cultivo de escasa producción. Estos se complementaban con lo que aportaba su mujer ejerciendo de comadrona y cobrando la voluntad. Con tal situación no es de extrañar que nuestro hombre aprovechase la oportunidad que se presentó del reparto de tierras para los más necesitados por las milicias republicanas durante la guerra civil. Conocedor de la zona como era, se autoadjudicó la parcela conocida como la “Pieza del Macarrero” una de las mas productivas que estaban cerca de su domicilio.
Un día que nuestro protagonista fue a su nueva parcela para mirar como estaba el maíz que tenía plantado, al llegar vio con mucho asombro la figura de una mujer entre la plantación. Él no quiso acercarse y se fue a denunciar que le estaban robando las panochas de maíz ante el cuartel de los milicianos que tenía su sede en la sacristía de la iglesia de Almanzora. El cuartel mandó a dos milicianos armados para detener a la “ladrona”.
El terreno distaba a unos 600 metros de la iglesia de Almanzora. Al llegar al maizal los milicianos vieron con asombro que la mujer seguía en el mismo sitio y al acercarse a ella quedaron perplejos al ver que se trataba de la imagen de Santa Teresa que regaló en su día D. Catalina Casanova, I marquesa de Almanzora a la iglesia y que días antes habían sido brutalmente expoliadas.
Los milicianos cogieron la imagen que pare ellos no tenía ningún valor espiritual y decidieron como castigo darle un baño en una acequia cercana. Una de las veces que la introdujeron en el agua la cabeza de Santa Teresa esta se estampó contra el muro de contención de la acequia saltando en varios pedazos. No pararon hasta destrozarla por completo. Después volvieron al cuartel dejando los trozos esparcidos por el lugar durante varios días hasta que alguien los recogió una noche.
Un día que nuestro protagonista fue a su nueva parcela para mirar como estaba el maíz que tenía plantado, al llegar vio con mucho asombro la figura de una mujer entre la plantación. Él no quiso acercarse y se fue a denunciar que le estaban robando las panochas de maíz ante el cuartel de los milicianos que tenía su sede en la sacristía de la iglesia de Almanzora. El cuartel mandó a dos milicianos armados para detener a la “ladrona”.
El terreno distaba a unos 600 metros de la iglesia de Almanzora. Al llegar al maizal los milicianos vieron con asombro que la mujer seguía en el mismo sitio y al acercarse a ella quedaron perplejos al ver que se trataba de la imagen de Santa Teresa que regaló en su día D. Catalina Casanova, I marquesa de Almanzora a la iglesia y que días antes habían sido brutalmente expoliadas.
Los milicianos cogieron la imagen que pare ellos no tenía ningún valor espiritual y decidieron como castigo darle un baño en una acequia cercana. Una de las veces que la introdujeron en el agua la cabeza de Santa Teresa esta se estampó contra el muro de contención de la acequia saltando en varios pedazos. No pararon hasta destrozarla por completo. Después volvieron al cuartel dejando los trozos esparcidos por el lugar durante varios días hasta que alguien los recogió una noche.
EL AGUA EN LA VIDA DE LOS CANTORIANOS.
INTRODUCCIÓN
A medida que la población mundial continúa su rápido crecimiento, el aumento de las necesidades de agua para los hombres está llevando a que se produzca una crisis global de las reservas de agua. Rees ha comentado que cada vez está mas admitido que, si continúa la tendencia actual, la falta de agua y el deterioro de la calidad de la misma se convertirá en los factores limitantes del futuro desarrollo económico, de la expansión en la producción de alimentos y del suministro de servicios básicos de salud e higiene para millones de personas desfavorecidas en los países en desarrollo.
A lo largo de la historia del hombre la gestión del agua ha sufrido distintas etapas. En la Prehistoria, los primeros asentamientos Neolíticos se instalaron en los márgenes de los ríos, después las grandes potencias de la antigüedad florecieron en bastos valles fértiles y con abundante agua. Un ejemplo de ello fue Mesopotamia (del griego: Μεσοποταμία, "entre ríos", traducción del antiguo persa Miyanrudan, "la tierra entre los ríos", o del arameo Beth Nahrin, "entre dos ríos". Dada su ubicación entre los Rios Tigris y Éufrates). No debemos olvidar otras superpotencias de la antigüedad como fueron Roma (junto al río Tíbet) o Egipto (junto al Rio Nilo)
Ya en la Península Ibérica, los Árabes que residieron en ella (S. VII-XVI), nos dejaron maneras y costumbres que aun en la actualidad se conservan y entre estas, la cultura del agua que permanece aún entre nosotros.
El presente articulo se quiere acercar al estudio del Medio en el que se insertan las obras hidraulicas que canalizan el agua que usaremos para el riego de nuestras huertas. Para ello fijaremos nuestra atención en esas fuentes, cimbras, acequias y balsas que constituyen un auténtico sistema vital distribuyendo el agua a aquellas zonas donde se cultiva suelo de regadío, es decir, igual que nuestro corriente sanguíneo alimenta de sangre nuestros órganos.
Como tantos sistemas fluviales en un clima árido como el nuestro, el echo en sí de no ver agua en el Río Almanzora no significa que no fluya dirección al mar y así completar el “Cíclo del Agua”. Cuando llueve, las precipitaciones se infiltran en la tierra que actúa como una enorme esponja, cuando esta rebosa entendemos que se ha alcanzado el nivel freático. Es entonces cuando se nos aparece a la vista en forma de fuentes, las cuales se distribuyen a lo largo de los márgenes de Ríos (Albanchez y Almanzora) y Ramblas (Ciscarico, Del Cañico, Del Saltador de Lentisco, Del Parador de la Jara, De Albox y Torrobra) de nuestro municipio.
Las acequias riegan los “Pagos”, un conjunto de bancales que reciben el agua de una misma fuente. Ejemplos de estos Pagos son: Pago de Cantoria, Pago de la Oica, Pago de la Olí y Capanas, Pago del Prado...
Además del agua de las fuentes, las acequias son alimentadas directamente por el río, en las épocas en las que discurre el agua por superficie a través de presas en las boqueras, y por Cimbras, sistemas de la ingeniería árabe que sirven para recoger el agua que discurre por las arenas del río.
Si bien en los últimos años nuevos aportes los constituyen aguas del Trasvase Negratín-Almanzora que se añaden a los existentes de los sondeos realizados en los años 60 en el Paraje El Fas gestionados en parte por el Ayuntamiento de Cantoria y por la Comunidad de Regantes Riegos de la Oica. Después dos comunidades se han creado, la Comunidad del Subgrupo en las Rellanas de Cantoria y la Comunidad de la Jata.
El agua discurre por la campiña en modo de “Tandas”. Desde la “Acequia Principal” llega a los distintos “Brazales”, regando todos los bancales desde la primera “Pará” hasta la ultima y pasar al siguiente. Podemos encontrar acequias que acaban en el río y continúan por el mismo, aunque desaparezcan pronto tragadas por las arenas, como es el caso de la acequia del Pago de Cantoria. Otras como la del Pago de la Capanas se comunica con la del Pago de la Olí, enfrente de la “Risca del Negro” o bien se une con la acequia que conduce el agua hasta el Pago del Prado., regando tierras almanzoreñas dos días en semana y todas las noches.
Otra clase es la acequia de la Zoya, que recibe aportes de la Fuente de la Zoya y aguas de la depuradora de Cantoria, convirtiendo esta en un agua de baja calidad.
Las principales fuentes se encuentran asociadas a acuíferos carbonatados (Triásicos), durante millones de años el agua ha circulado por estas rocas haciendo de las mismas un gigantesco queso grullers por el que no solo se almacena el agua sino que es capaz de transmitirse entre las distintas oquedades, propiedad esta que le permite ser captada como el sondeo de Riegos la Oica mediante bombas hidráulicas sumergidas y que extraen a una profundidad de 20 metros un caudal de 120 l/s. Al conjunto formado por roca y agua con capacidad de transmitirla, le llamamos acuífero.
Tenemos otros acuíferos, los detríticos, y entre ellos el “Aluvial del Río”, con importancia en cuanto a la extracción algo menor que el anterior. En los municipios que se encuentran rio abajo, tras Cantoria, abundan esta clase. La diferencia con el de Cantoria, Dolomítico, es que se extrae menor cantidad (5-50 l/s) y presentan un riesgo añadido: cuando el agua se extrae por debajo de un nivel crítico se saliniza el acuífero debido a la presencia en el sustrato de numerosas sales, la mayoría provenientes de la época geológica en la que en nuestro valle era una lengua marina y por tanto antes de que la erosión de las sierras de Filabres y Estancias rellenase con sus materiales el Valle Almanzora en el Neógeno y Cuaternario. De esta época datan los estratos: Conglomerados, Limos y Arenas, Margas, Margocalizas, Travertinos, Glacis y Aluvial.
La hidrológica del municipio de Cantoria la podemos encontrar en UNIDAD Nº8.- CANTORIA – ALBOX, inventariada por el “Proyecto Noria. Estudio de los Recursos Hídricos de la Comarca del Almanzora” editado por el ADR Almanzora en 2004. Según el mismo, “se trata de una unidad que se extiende desde Fines, pasando por el entorno de Cantoria y Albox, hasta el municipio de Arboleas. Aparece en pequeños afloramientos, posiblemente desconectados, y en subafloramientos, puestos de manifiesto al ser atravesados por sondeos, debajo de las margas miocenas de la depresión, o del propio aluvial del río Almanzora, y que puede extenderse más hacia el Oeste”.
En lo que respecta a su geología, “está constituida por dolomías y calizas del Trias Alpujárride, las mismas de la Sierra de las Estancias, y que afloran en isleos, principalmente en la margen del río Almanzora, predominando en el entorno de Cantoria. En profundidad también han sido atravesadas por algunas perforaciones, pero pudieran estar desconectadas en bloques, aunque nada descarta que tengan conexión con las calizas y dolomías de sector de Partaloa, de la unidad de Somontín-Partaloa. La base de estas dolomías son las filitas triásicas, que en gran cantidad de afloramientos, dejan a las primeras descolgadas y desconectadas de su entorno; Por tanto se puede tratar de un acuífero muy compartimentado, y donde pueden ser explotadas importantes reservas, frente a los posibles escasos recursos de la unidad”.
El acuífero formado por dolomías triásicas como recurso no renovable se mantiene en buen estado de conservación dado la escasa variación con respecto al año 1987, últimos datos de los que se dispone.
UN PASEO POR UNA ACEQUIA CANTORIANA
Junio de 2009. Nos disponemos a realizar una ruta por una de las numerosas acequias que rodean nuestro municipio. Nos dirigimos de oeste a este. Empezamos a andar, un silencio sereno nos rodea y de repente se rompe, una rana salta desde una piedra llana y erosionada por el paso del tiempo y que probablemente se trate de una caliza, un mármol un micasquisto o una arenisca cuyo origen lo podamos encontrar entre el Triásico y Cuaternario.
La fronda no nos deja ver el cielo, cañas, un granado, incluso zarzas nos lo tapa. Un rayo de sol nos aclara la imagen y conseguimos esquivar el tronco de un árbol, no se conoce especie o genero y probablemente permanece allí varado desde la riada del 73.
Nos sentamos, queremos observarlo, y una columna de hormigas de cabeza roja abren su paso delante nuestra, por el margen de la acequia. Como un ejército se dirigen implacables hasta su destino. Numerosas columnas de legionarias afanadas en un único objetivo, conseguir comida suficiente que les aguante todo el invierno.
También pudiera ocurrir que al sentarnos sobre el tronco se produzcan vibraciones que alerten a las hormigas centinelas y un hormiguero entero se confabule para atacarnos. Somos un cuerpo extraño que representa una amenaza para la comunidad. Son insaciables, y nos muerden con sus prominentes mandíbulas. En un momento avanzan por nuestro cuerpo hasta obligarnos a erguirnos y entre aspavientos quitárnoslas una a una. El Ácido Fórmico actúa y nos provocan intensos escozores. El tronco no ha resultado ser un buen poyete. Avanzamos en nuestro camino.
Circulamos por un estrecho paso, angosto y repleto de zarzas que nos obliga a realizar maniobras de contorsionista para evitar sus espinas. Las acequias en si son como larguísimas fajas de terreno con una vegetación muy espesa. Las plantas cuando hay suficiente agua, compiten por el sol para su crecimiento. Las zarzas son el mejor ejemplo, unas ganadoras netas. Sin la acción del hombre se desarrollarían de una manera increíblemente rápida hasta cubrir toda la vegetación arbórea representados en nuestro pueblo por naranjos, limoneros, perales...., que no disponen de mecanismos de defensa.
Curiosos son los casos de distintas especies botánicas que no permiten la reproducción de este arbusto. Ejemplos son los botiazos, granados, algarrobos y cañas. Estos arbustos y árboles cuando constituyen comunidades no permiten la propagación de los zarzales.
Junto a botiazos, podemos encontrar otras especies como: hinojos, espinos, cola de caballo, ajos silvestres, cardos, teniendo la mayoría propiedades medicinales.
Seguimos andando y dejamos el zarzal, al fondo nuestra atención se centra en un cerro, seco y apenas con vida, dividido en dos por el paso de un millón de motos de dos o cuatro ruedas. Antaño la principal amenaza de ese cerro eran rebaños de cabras y ovejas que formaban caminitos que daban una sensación como pequeñas terrazas. Eran fuente de erosión, sin embargo ¡esos surcos¡. Con el tiempo ese surco se convertirá en barranco y todo el suelo fértil, mejor dicho el escaso suelo fértil, se irá tal cual como un sumidero llegando finalmente al río. El río es vida y avanza, ese sedimento acabará lejos, en el mar y tras millones de años se convertirá en cordillera. Cuando eso suceda nosotros no estaremos allí, pero la desaparición del cerro y la vegetación que alberga la observaremos igual que las arrugas en nuestro rostro y cuando seamos ancianos nuestros nietos no verán esos surcos sino los barrancos y se borrarán de nuestros recuerdos al igual que el alzhéimer, parte de esos cerros con su vegetación incluida.
Un zorzal se posa frente a nosotros un segundo, se percata de nuestra presencia, y alza el vuelo. Nos teme, y con razón pues en la actualidad está incluido en la lista de especies cazables de Andalucía.
Verderones, Colorines, Pardillos, Petirrojos, roqueros, collalvas, ruiseñores... junto con otras aves insectívoras, han sido victimas involuntarias del acoso humano cazados sin control en los cañares, abundantes en ramblas y en el Río Almanzora. El sistema habitual es mediante redes en el cañar, totalmente prohibidas por la legislación vigente.
En los últimos años, la presencia de “Garzas” alegra la vida animal. El Río es su principal reclamo aunque también se dejan ver por algunas acequias de nuestro municipio. Son estacionales llegando en octubre y marchándose sobre el mes de abril.
Cualquier mamífero de la zona podría acercarse a alguna acequia de nuestro territorio (jabalí, garduña, tejón, zorro, cabra, oveja, perros, gatos...) para poder beber o alimentarse, aumentando de esta forma la biodiversidad del ecosistema.
Sin embargo los verdaderos dueños de este ecosistema son los insectos, reptiles y anfibios. En cuanto a los primeros, el hombre no ha conseguido vencerlos y por contra en los últimos años, y paralelo a la desaparición de sus depredadores naturales, los pájaros insectívoros, han aumentado sus poblaciones. Mosquitos, Moscas, tábanos, libélulas, alacrán cebollero, avispas, arañas, caracoles..., habitan todos los rincones siendo su dispersión la mayor de todas las especies animales.
Los reptiles como la “Culebra de Agua” desarrollan su ciclo vital en las acequias. El “Lagarto Ocelado” se puede ver en ocasiones, bebiendo agua o depredando insectos, larvas de rana o pequeñas ranitas. Aunque si bien, las zonas de matorral y sobre todo aquellos lugares sin apenas presencia humana son su verdadero hábitat.
Otros reptiles comunes en acequias son las tortugas, Hay tortugas de hábitat terrestre, acuático, marino y de agua dulce. También existen gran cantidad de especies con hábitats semi-acuáticos: pasan una parte del tiempo en tierra firme y otra parte en agua dulce, como es el caso de nuestras tortugas.
Los anfibios tienen en el ecosistema de las acequias su principal valedor, disponen de todos los elementos para su supervivencia y saben aprovechar el mayor inconveniente, las ausencias prolongadas de agua por las acequias. Las Ranas y sapos son los principales representantes de esta clase.
Toda esta riqueza tanto de fauna como de vegetación, supone un elemento enriquecedor a la hora de evaluar positivamente nuestro paisaje. Las acequias no son solamente una obra de la ingeniería hidráulica heredada de los árabes. A lo largo de kilómetros lineales representan un oasis de biodiversidad además de una barrera extremadamente eficaz frente a la erosión.
Aunque el agua que discurre por estos cauces no sea de la mayor calidad, animales y plantas cierran sus ciclos en ellos aumentando de esta forma el número de especies en nuestro territorio.
Especies como el Granado o la Zarza, son muy importantes debido a la recolección de sus frutos. En septiembre, sus frutos están maduros y suponen un delicioso manjar que llevarse a la boca cuando faenamos en el campo. El fruto de las granadas, forma parte de nuestra gastronomía municipal en el popular plato “Migas con Granadas”.
Las cañas han representado durante mucho tiempo una forma de vida para los cantorianos. En los cañizos de las playas de Almería no han faltado las de nuestro municipio. Además no hace tantos años, los tejados de nuestros cortijos estaban construidos con caña y yeso junto a las colañas.
Finalmente, sin las acequias no dispondríamos de otro recurso inagotable como es la huerta cantoriana. Naranjos, limoneros, perales, nispoleros, cerezos, membrillos, kakileros, albaricoqueros, vides, pereteros, mandarinos... no tendrían razón de ser sin el agua que discurre por entre sus paredes.
CONCLUSIONES Y AGRADECIMIENTOS
No obstante y por todo lo anterior, este paisaje se encuentra seriamente amenazado, en los últimos años la agricultura ha estado en franca regresión y los cultivos tradicionales no son rentables. Los márgenes del río han soportado durante muchos años la base de la economía cantoriana a través de lo que se cultivaba en sus huertas. Las acequias sirven de cauce para un agua digamos que escasa. Las fuentes no son lo que eran, han disminuido su caudal, principalmente por el descenso en las precipitaciones en los últimos treinta años y por el aumento en las captaciones subterráneas. Las necesidades humanas han aumentado considerablemente en estos últimos 30 años y no solamente las de consumo sino las industriales y de ocio.
También el escaso mantenimiento tanto de acequias, minas y cimbras supone una disminución de los aportes de las fuentes.
Además, nuevas canalizaciones de hormigón, PVC y acero sustituyen a las anteriores construidas por tierras de labor de los mismos bancales, formando los “Quijeros”. En ocasiones discurren por superficie, en otras las canalizaciones se conducen subterráneos. En este ultimo caso, toda la vegetación y fauna desaparecen en favor de una mayor eficiencia.
Como soluciones que se plantean frente a la amenaza de este ecosistema podríamos destacar algunas ideas:
1. Crear distintas Comunidades de Regantes que gestionen y lo más importante, puedan solicitar las subvenciones que la Administración Publica otorga para la mejora de las canalizaciones.
Los agricultores del municipio siempre se han asociado para labores de limpieza de las acequias principales. Sin embargo, nuevos tiempos requieren de nuevas soluciones.
2. Las nuevas canalizaciones, en parte de su recorrido, deberían discurrir por superficie. Habría que evaluar el riesgo de erosión, y su situación.
3. Compatibilizar el uso racional del agua, aumentando su eficiencia para contabilizar cultivos y atraer inversión extramunicipal, con un uso diferente de las acequias, como por ejemplo, senderos verdes destinados a ocio de los cantorianos y visitantes. Para ello sería interesante cartografiarlas en un primer momento y señalizarlas posteriormente.
4. Mejorar el sistema de depuración del agua, tanto de la depuradora de Cantoria y Almanzora, como estudiar la posibilidad de crear otra en el Fas. De ser así se podría analizar la viabilidad de inyectar agua tratada en el subsuelo con el fin de recuperar la fuente del Prado, que en la actualidad no emana agua y ha sido la más importantes del municipio.
Como ejemplo del paso de la historia estas dos fotos que representan el paso del tiempo y la ruina que representa.
En nuestras manos está la oportunidad de valorizar los recursos actuales a fin de garantizar un desarrollo sostenible de nuestro municipio.
Este articulo se lo dedico a todos los agricultores que de alguna manera participan y han participado en el mantenimiento de nuestras acequias, conservando la tradición oral de usos y costumbres reflejados en el léxico que empleamos. Sin ellos este recurso ambiental habría desaparecido.
A la memoria de mis abuelos Juan Pedro y Dolores, lectores de la revista Piedra Yllora.
“Una carta para el rey..” desde Cantoria. Antonio Luis Molina Berbel
Corrían los primeros días del mes de abril, de 1570. Felipe II, rey de España, era poseedor de uno de los más vastos imperios que jamás recuerda la Historia. Bajo sus dominios se encuentra gran parte del mundo conocido, el imperio donde "nunca se pone el sol": Sudamérica, el sur de Italia, las islas del Mediterráneo, Inglaterra y los Países Bajos, además de las Indias o Filipinas en el Pacífico, se rendían todas ellas ante la soberanía de este monarca al que algunos llamaban El Rey Prudente.
Por su cabeza, y durante esa días, rondaban miles de inquietudes debidas gran parte de ellas a esta inmensidad de tierras sometidas: el avance de los turcos por el Mediterráneo, las recientes guerras con Francia o la crisis religiosa producida en los Países Bajos, entre muchas otras..
Pero entre todas estas rondaba desde hacía ya algunos años una creciente preocupación más, fruto de la cual había decidido su traslado en persona hacia tierras andaluzas: la sublevación morisca en las Alpujarras. Originada a finales de 1568 y encabezada por el rey morisco Aben Humeya (o Fernando de Válor) dicha guerra continuaba aún abierta en abril de 1570 a pesar de la muerte del rey morisco, a manos de sus súbditos, meses atrás.
Tales eran todas estas preocupaciones cuando el rey Felipe, probablemente ya en tierras cordobesas, recibió una carta de su hermanastro, Don Juan de Austria. En esta carta Don Juan le informaba del estado de la guerra contra los moriscos, de la moral de las tropas cristianas y del retroceso de la sublevación morisca. Esta carta había sido escrita y enviada por Don Juan desde un pequeño pueblo al pie de la Sierra de los Filabres, en el pleno valle del Almanzora: este pueblo se llamaba Cantoria.
Justo un año antes de todo esto, en abril de 1569, Don Juan había llegado a Granada enviado por su hermano Felipe para controlar y sofocar la rebelión morisca. Desde Granada había emprendido su ofensiva hacia el Este, liderando un amplísimo ejército de más de diez mil hombres compuesto principalmente por Tercios venidos de Flandes e Italia. Pasando por Guadix y Baza, fueron poco a poco sometiendo a todas y cada una de las poblaciones rebeladas contra el poder cristiano. Especial mención merecen, por su crueldad, las batallas de Galera (cerca de Huéscar) y las de Tíjola y Serón.
Todas ellas supusieron una gran pérdida de vidas en ambos bandos además de que para el ejército cristiano, y a pesar de resultar victorioso de todas ellas, produjeron una gran merma de tiempo, de dinero y de moral.
Según las Crónicas de Mármol y Carvajal, todas ellas supusieron una horrible matanza de hombres, mujeres y niños moriscos. Un hecho “impropio de un país civilizado" que revelaba, según algunos críticos, la incapacidad de Don Juan de Austria de someter a un pueblo que "ante la sofisticación de las armas más modernas empleadas por el ejército cristiano, no podían oponer sino piedras, ballestas y escopetas."
En la primera edición de esta revista se narraba la batalla que meses antes de la llegada de Don Juan a Cantoria se había producido en Peñón del Lugar Viejo, entre los Tercios de Lorca y los moriscos de Cantoria. Esta batalla había supuesto la derrota y expulsión de todos los moriscos que hasta ese momento "ocupaban" la fortaleza que en el Peñón se levantaba.
Pocos meses después, en abril de 1570, la fortaleza se hallaba ya abandonada. Saqueada e incendiada por los Tercios tras la batalla, sólo algunos pocos cristianos viejos permanecían aún en la población.
Según los Libros de Apeo, esta disponía de “dos hornos de cocer pan, dos molinos harineros, dos almazaras a la morisca, una herrería y una cárcel en la plaza”. Aún no se había producido el traslado oficial de la ubicación del pueblo a su actual emplazamiento, decretado años más tarde, en 1577 (ver artículo "Bajada de Cantoria a su nuevo emplazamiento", en la 3ª edición de esta revista)
De este modo el panorama que se encuentra Don Juan de Austria en tierras cantorianas es desolador. A pesar de que las, años atrás, temidas fortalezas de Cantoria y Purchena habían sido ya abandonadas por los moros y no encontró en ellas el ejército cristiano resistencia alguna, la dilación de la guerra, la merma de tropas y la escasez de los botines obtenidos de las sacas moriscas iban debilitando día a día las fuerzas y moral del ejército de Don Juan.
A todos estos hechos había que sumarles las crecientes tensiones internas que se habían producido entre altos mandos del ejército (patentes todas ellas en la propia carta) y que agravaban si cabe aún más la situación en el campamento cristiano.
Así narra Luis de Coloma el paso del ejército de Don Juan por tierras cantorianas:
“…entró luego en Tíjola, Purchena, Cantoria y Tahal, y siguió bordeando el río Almanzora de triunfo en triunfo con tal pavor de los moros, que al solo anuncio de su llegada huían sin tino, abandonaron sin resistencia lugares y fortalezas, lo cual no sólo era debido al gran renombre, valor y energía adquiridos por Don Juan , sino debíase también a que aquel mozo de veintitrés años era ya de aquellos valientes y honrados caudillos que sólo hacen la guerra para llegar a la paz y mientras espantan por un lado al enemigo con el estruendo de sus victorias, le tienden, por otro, la mano en secreto para llegar a un acuerdo justo que economice la sangre, aunque pierda su gloria algunos rayos de relumbrón”
La estancia de Don Juan en Cantoria se prolongó durante varios días, desde finales del mes de marzo (había partido de Tíjola días antes, el día 25) hasta el día 3 de abril, durante los cuales fue redactada y enviada la carta que a continuación exponemos:
Carta de D. Juan de Austria a Felipe II. Campo junto a Cantarla, 30 de Marzo 1570:
«Señor: por importar tanto al servicio de V. M. (Vuestra Merced) tengo de ser importuno en suplicarle, como lo hago, de que V. M. sea servido en mandar al Alcalde Salazar que no se entremeta en la superintendencia del proveedor general, y a mí darme licencia que no se lo consienta, pues en ello, va tener el campo en pié y entero o deshacerse todo sin poderse remediar por ninguna vía, porque con las órdenes que da y los cas¬tigos y justicias que hace en todos, sin comunicarlos con los ministros mayores, están los unos y los otros inhabilitados de hacer su oficio; y a esta causa yo, re¬posando en Cantoria, esperando vitualla con que pa¬sar adelante, y para comer aquí donde no la hay sino mucha hambre, y en su manera de proceder con todos y en ofrecer lo que no es posible cumplir, se entien¬de claramente cuan fuera va del camino derecho.
Yo no le llevara, si á trueque de aventuras el parecer ino¬bediente á lo que V. M. me tiene mandado, en este caso dejara de tratar una cosa tan importante á su servicio, sobre la cual escribirá á V. M. mas largo el Comendador mayor y D. Francisco de Córdoba y yo por mano agena; y entretanto que V. M. se resuelve en mandarme lo que fuere mas servido, no será pe¬queño el trabajo que se terná en contemporizar con el Alcalde y juntamente ser bastecido.
También es muy grande la desorden que los soldados traen, sin ser posible poderse remediar con castigos ejemplares, porque como entienden que los moros se van á la Sierra y dejan sus designios de guardar las fuerzas, no basta remedio ninguno para reprimir que de seis en seis y de cuatro en cuatro, y desta suerte, se va¬yan á robar y ejecutar la intención con que vienen á esta guerra; y desta manera, y con la hambre que agora pasan, son muchos los idos; pero bien creo que al arrancar de aquí, que será si pudiere mañana ó esotro dia, volverán la mayor parte dellos; entretanto castigarse han los que se pudieron haber culpados y acarrearse ha toda la mas vitualla que se pueda. Esta mañana me han avisado de Vera como se han reco¬gido en Sorbas con intención de esperarme, á lo que se entiende, de 9 á 10.000 moros; no sé si hallaré tantos cuando esté mas cerca, y si aquella fuerza lo es tanto como esta de Cantoria por dentro y fuera del lugar. Yo trabajaré lo posible por hallarme presto á donde mejor se pueda juzgar, que espero en nues¬tro Señor y en las buenas provisiones que V. M. hará ahora de nuevo, que será servido como desea.
Plege á Dios darme gracia para que yo acierte á hacerlo y que guarde, etc.
Del Campo junto á Cantoria á 30 de Marzo de 1570.»
Tres días más tarde de la redacción de esta carta Don Juan y su ejército prosiguieron con su marcha río abajo y rumbo a Zurgena. Dejó de presidio en Cantoria a Bernardino de Quesada con una compañía de infantería y otra de caballos, a la cual se unirían meses más tarde la guarnición que dirigiría el capitán Hernando de Quesada, con cuarenta y cuatro hombres, sargento, tambor y capellán, doce caballos más y la compañía del capitán Juan Ponce de León.
El miedo, el hambre y el cansancio de una guerra que duraba ya más de dos años hacen reducirse a los moriscos. Su situación es angustiosa y, finalmente, en ese mismo mes de abril de 1570, Felipe II publica el bando de reducción en el cual prometía clemencia para todos aquellos moriscos que se rindiesen. Con este bando concedía 20 días para entregarse y además de ello decide la expulsión de los moriscos del reino de Granada.
Los moriscos del Almanzora, alrededor de 3.000, son concentrados en Vera. Casi doscientos de ellos provienen de la fortaleza musulmana de Cantoria según nos revelan los libros de Apeo. Todos ellos deberían llevar “cosida sobre el hombro izquierdo, una cruz de paño o lienzo de gran tamaño para que los soldados al verlos desde lejos no les disparasen...”
Con todos estos episodios se escribía el inmerecido punto y final de una etapa muy influyente en la historia de Cantoria, en particular, y de la historia de España, en general.
Atrás quedaban siglos de convivencia intercultural, progresos en casi todos los campos de la ciencia, la agricultura, la economía y las artes. Por delante: sombrías etapas de repoblaciones, de crisis socio-económicas y de alguna que otra deshonrosa venganza o limpiezas de sangre por parte de abusivos tribunales inquisitorios.
Bibliografía:
“Jeromín: estudios históricos sobre el siglo XVI”, de Luis Coloma.
“Don Juan de Austria en el Almanzora” de José Ángel Tapia Garrido.
“Historia de la rebelión y castigo de los moriscos” de Luis de Mármol y Carvajal.
“Guerra de Granada” de Diego Hurtado de Mendoza.
Jóvenes en busca de la excelencia. José María Capel por J. A. Piñero
Entre todos los tópicos que cada día nos preocupan, hay uno especialmente repetido e injusto y es pensar en nuestros jóvenes como en un colectivo sin valores ni preocupaciones más allá del botellón. Por suerte, basta tan sólo hacer el esfuerzo de conocer un poco más a cada uno de nuestros chavales para darnos cuenta de que la realidad muchas veces nos sorprende más allá de los prejuicios que podamos tener.
Uno de estos gratificantes ejemplos es el de Jose María Capel Berenguer. Nacido en Cantoria hace 19 años, el destino le llevó desde muy joven a vivir al Poniente almeriense. Allí comenzó a formarse de un modo brillante hasta que en 2007 da el salto a San Sebastián en busca de una formación de calidad. La encontró en la Escuela Superior de Ingenieros de la Universidad de Navarra (Tecnun), considerada por algunos estudios, como el realizado por el periódico El Mundo en 2009, como la mejor escuela de ingeniería industrial privada de España, y la tercera en el global incluyendo las públicas. Ahí es donde José Mª actualmente se encuentra en 2º curso. Curioso el caso de esta facultad, que a pesar de pertenecer a Navarra se encuentra en el País Vasco (es la única en toda España a la esto le ocurre). Incluso en esto podríamos considerar diferente a José Mª.
Ahí comienza a hacerse realidad su sueño. Y es que desde pequeño fue un apasionado del motor. Sus amigos recuerdan como una de sus grandes aficiones era el diseño de coches, teniendo desde muy joven su cuarto repleto de dibujos que él mismo hacía. Pues bien, ese afán por progresar y por triunfar en lo que uno desea, es lo que le llevo a presentarse a un reconocido concurso internacional de diseño de coches, el MICHELIN CHALLENGE DESIGN.
Este concurso consistía en diseñar el “coche americano por excelencia”, desde los primeros esbozos a papel, hasta tener un diseño definitivo en 3D. Un trabajo quizás más pensado para un artista en diseño que para un ingeniero.
La falta de tiempo y el esfuerzo necesario para participar en un concurso muy por encima de los conocimientos de un alumno de 2º de Ingeniería, hizo que José María tuviera que trabajar muy duro y llamar a muchas puertas en busca de ayuda. Y ahí es donde, si uno pone pasión en lo que desea, esas puertas se abren solas. No sólo obtuvo la ayuda necesaria para poder presentar su proyecto, sino que consiguió el reconocimiento y respeto de profesores y compañeros.
El propio José Mª nos comentó la satisfacción que éste proyecto le ofreció a pesar del esfuerzo: “Tardé mes y medio en realizar el coche, pero no quedé del todo contento, porque el programa era puramente ingenieril, y yo sabía que habría auténticos diseñadores participando en esto. Pero por otro lado estaba feliz de ver como había evolucionado en algo que me había gustado toda la vida. Había pasado de dibujar en papel, a llevar eso al ordenador. Y eso es un paso muy grande.”
Todo este esfuerzo y entusiasmo recibió pronto el reconocimiento por parte de su facultad. Al curso siguiente, José María fue escogido para formar parte del equipo que representa a su universidad en la Fórmula Student. Detrás de este nombre se esconde un prestigioso concurso internacional de diseño y fabricación de monoplazas de carreras, al cual sólo acuden las más prestigiosas universidades internacionales. De hecho a la convocatoria de este año tan sólo acuden tres universidades españolas.
A pesar de ser uno de los miembros más jóvenes, su cometido dentro del equipo es el diseño de la carrocería, que albergará en su interior una máquina de 600cc y 100cv de potencia. “La carrocería ya la he terminado de diseñar, ahora queda los más difícil, fabricarla. Para ello haremos un compañero y yo un molde de poliespan, y luego la fabricaremos en fibra de vidrio”, nos comenta acerca de su cometido en el equipo.
Gracias al esfuerzo y apoyos recibidos, actualmente se encuentran en una fase muy avanzada de construcción del vehículo, siendo la meta las pruebas que se realizarán, y a las que asistirá, en el circuito británico de Formula 1 de Silverstone en el mes de Julio.
En cada aspecto que nos comenta se muestra su gran pasión por este mundo del motor: “una cosa que me gustaría mucho conseguir es ser uno de los pilotos, ya que se necesitan 4 y aun no hemos hecho las pruebas de selección”, “para mí que siempre me ha gustado dibujar, tengo mi cuarto lleno de dibujos de coches, el hecho de ver mi coche en tres dimensiones en el ordenador me encanta , pero es que si lo veo en grande y lo puedo tocar ya me vuelvo loco y si encima me dejan conducirlo en un circuito de Fórmula 1, ya no pido más”
También nos comenta lo costoso y difícil que es ser competitivos en este mundillo: “Dentro del proyecto hay un equipo de marketing que se encarga de buscarnos sponsors. Este año de crisis, ha sido complicado, pero la Kutxa, (Banco Vasco) nos ha dado 5000 euros, y una empresa italiana de cascos nos ha regalado 57 cascos, para que los vendamos y obtengamos beneficios. En total en el coche, llevamos gastados algo más de 50000 euros”.
Pero quizás lo más importante de esta historia aún no ha sido mencionado. Y es que por encima de su capacidad y los logros que va alcanzando (y que seguro no dejarán de sorprendernos) está la persona. El amigo al que todos destacan y admiran, “ya desde niño su pasión fueron los coches y su cuarto de Almería estaba lleno de dibujos de coches hechos por él...aun mantengo un Ferrari que me dibujó con 16 años!” nos comenta su amigo Gabry.
Para Victoria, otra de sus amigas, quizás lo más destacable es que “siempre esta ahí para cuando lo necesitas. Sabe escuchar y es capaz de sacarte una sonrisa en los peores momentos.”
Y esa es posiblemente la lección que todos debemos aprender, y es que más allá de los tópicos y los prejuicios nuestros jóvenes saben trabajar duro además de divertirse. Ejemplos como el de José María deben pues ayudarnos a comprender que tenemos unas generaciones de chavales muy preparados y trabajadores, a la vez que son capaces de divertirse rodeados de buenos amigos.
Jose María Capel por Victoria Galdeano
“El día que conocí a José, pensé que era un chico de otro tiempo, de aquellos tiempos en que los hombres eran auténticos caballeros. Ese día, en una celebración, me di cuenta que nadie en toda la fiesta tenia los detalles que él tenía: siempre atento a todo, al final esos pequeños detalles son los que le hacen muy grande.
Desde que lo conozco ha tenido muy claro lo que quiere, y lo que tiene que hacer para conseguirlo. Antes de emprender la aventura que le llevará a la excelencia, recuerdo que soñaba con ser piloto, porque adora la velocidad. Más de una vez nos hemos pegado algunos chapuzones con las motos de agua por esta razón!.”
Jose María Capel por Gabry López López
“Siempre recordaré el día que mientras hacíamos educación física se quedó clavado en un valla y tuvieron que darle mas de 50 puntos en el brazo. Quizás esto le hizo madurar antes que nosotros, por lo que siempre era el que cuidaba de nosotros. ¡¡Ahora esa herida del brazo le sirve para vacilar a la gente diciendo que fue un tiburón!!
De mi estancia junto a él en el colegio siempre lo recordaremos como el gran portero de futbol sala que quedó campeón de la liga de Almería y como un pésimo jugador de campo incapaz de coordinar piernas y cabeza!! Su relación con todo el mundo siempre fue cordial y era muy querido por todos los profesores.
Del año pasado recuerdo el día en que una pareja de la Guardia Civil nos paró a las 6 de la mañana, nos pidieron los papeles y Jose solo sacaba recibos del taller mientras se ponía cada vez más y más nervioso. Tampoco llevaba la L de conductor novel, aunque al final consiguió salir del lío diciendo que estudiaba en San Sebastian y que el coche era de su madre.... una vez pasado el susto no pudimos parar de reír!!”
miércoles, 22 de junio de 2011
Piedra Illora: historia y arqueología de la primera población de Cantoria
Cuesta a la imaginación creer, una vez alcanzada la cima, y apenas rodeados de espeso matorral, montículos de piedra que pretenden ser murallas y de alguna que otra cabra montesa como único testimonio de vida, que aquello pudiera ser, mucho tiempo atrás, hogar y refugio de legendarias civilizaciones . Sólo desde lo alto de la Piedra se es consciente de cómo el abandono y el olvido se han cebado con este antiguo lugar. Un lugar que reclama, por sí mismo, su relevancia en la memoria histórica del pueblo de Cantoria y que aún hoy, tras muchos siglos de deterioro e indiferencia, conserva su tesoro más preciado: su Historia.
Piedra Illora es un alto peñón escarpado en la Sierra de los Filabres que se eleva algo más de cien metros desde su base, por la cual discurre el Arroyo de Albanchez. Perteneciente al término municipal de Cantoria, se sitúa casi en el límite entre los términos de Arboleas y Albanchez, y está formado por una elevación de roca caliza que domina visualmente toda la zona, incluyendo el curso del Río Albanchez.
El acceso al Peñón es muy dificultoso por casi todas sus laderas, exceptuando su cara SE, que es en la cual se concentra el mayor número de restos de muralla. En la cima existe una explanada de planta poligonal, de unos 280 mts de perímetro exterior aproximadamente y más de 4.000 m² de superficie, donde al parecer se localizaba el núcleo urbano de la población.
Este núcleo urbano está protegido en sus caras N y O por abruptas paredes de roca natural y en su caras S y E por muros defensivos de mampostería de piedra que resguardaban las laderas más accesibles del Peñón y por lo tanto los puntos más susceptibles de sufrir posibles ataques.
Son, precisamente, este carácter inexpugnable del peñón, el dominio visual que ejerce sobre todas sus inmediaciones, además de un cómodo abastecimiento de agua (tanto del mismo Arroyo de Albanchez como de un manantial situado a los pies de la elevación) los que han hecho siempre de Piedra Illora un enclave muy frecuentado por la presencia humana desde tiempos muy remotos.
Fueron los primitivos pobladores de Cantoria quienes aprovecharon por primera vez las ventajas de este emplazamiento. Ellos fueron, muy posiblemente, los primeros “cantorianos”. Así lo atestiguan los restos de cerámica de la Edad del Bronce (alrededor de hace 4.000 años) encontrados en la zona.
Fue, quizás, la cultura del Argar, tan expandida en todo el sureste peninsular durante la Edad del Bronce, la primera que ocupó las elevaciones de Piedra Illora.
Pero es siglos más tarde, durante las ocupaciones pùnica y romana de la península, cuando parece que Piedra Illora gozó de mayor esplendor. Así lo parecen revelar los abundantes restos arqueológicos encontrados hasta la fecha en el Peñón, los cuales hacen diferenciar entre dos nuevas etapas de ocupación:
- en un primer lugar la ocupación púnica de Piedra Illora, en torno a los siglos V y IV a.C., datada a partir de los restos de cerámicas hallados (en concreto restos de ánforas púnicas) y que pudo buscar un emplazamiento cercano a los yacimientos de hierro de la zona.
- y una última etapa de ocupación, de época romana tardía y datada de los siglos IV al VII d.C., de la cual se ha podido extraer abundante cerámica sigilata (cerámica fabricada en moldes y en serie, de color rojizo o anaranjado).
A pesar de esta diferenciación de etapas, tanto durante la ocupación púnica como en la romana, el papel que jugaban este y todos los enclaves situados a lo largo del río Almanzora en aquella época era el de construir un sistema económico que abarcara todo el valle y que estaría basado en la explotación de las materias primas de la región, como el hierro, plomo, cobre o el preciado mármol de Macael.
Además de todo ello y bastante apreciables todavía podemos encontramos aún hoy con las líneas de muralla que recorren toda la parte alta del Peñón, especialmente en la que pareció ser su ladera de acceso (ladera sureste). Este ámbito presenta una doble línea amurallada formada por un trazo curvo y otro recto, de alrededor de unos 33 mts de longitud (ver Foto 1).
Es en este punto donde pareció situarse la puerta de acceso al poblado, además de los correspondientes bastiones y líneas de muralla defensivos que todavía hoy parecen seguir protegiéndola.
Esta hipótesis se refuerza si cabe aún más con la presencia, muy debilitada ya por el paso del tiempo, de la que pudo ser, siglos atrás, una calzada romana que aún hoy nos acompaña en nuestro sinuoso trayecto de ascenso a Piedra Illora.
No sucede lo mismo con tanta claridad el interior del recinto en el que sólo se puede diferenciar ya notablemente una línea de muro longitudinal que recorre toda la explanada de Este a Oeste y que la divide en dos sectores casi idénticos en superficie.
Todos estos que exponemos aquí son tan sólo algunos de los escasos datos y testimonios históricos que hasta hoy día nos ha revelado un lugar tan enigmático e impregnado de historia como lo es Piedra Illora. Sus murallas, su calzada, así como las maravillosas vistas que nos ofrece desde su cima siguen despertando la curiosidad de todo aquel que se anima a descubrirla.
Sólo la consciencia y el interés de todos nosotros hacia estos enclaves históricos podrán hacer que se preserven, ya que en ellos reside gran parte de nuestro pasado y de nuestra memoria. Una memoria ya casi olvidada que llevamos siglos ignorando, pero que aún hoy, en los rincones de Piedra Illora, estamos a tiempo de recuperar.
Bibliografía:
“Análisis del territorio durante la ocupación protohistórica y romana en la depresión de Vera y Valle del río Almanzora, Almería” de María Esther Chávez Álvarez.
“Colonizaciones, tomo II, de Historia General de Almería y su Provincia” (1982) de José Ángel Tapia Garrido.
“Qurénima. El bronce final del sureste de la Península Ibérica” de Alberto J. Lorrio.
“Protohistoria y antigüedad en el sureste peninsular”. Varios Autores.
Autores:
- Antonio Luis Molina Berbel
- Juan Francisco Molina Berbel
- Francisco Miguel Medina Cerrillo
ADOLFO LÓPEZ GIMÉNEZ. UNAS NOTAS BIOGRÁFICAS. Por Ana María López Peregrín
Adolfo López Giménez era hijo de Juan López Cuesta, también médico de Cantoria, y de Carmen Giménez Saavedra. Nació en Cantoria en 1927. Como era un gran amante de la Historia, siempre le gustaba recordar y decir que su vida había transcurrido paralela a todas las etapas históricas que vivió la España del siglo XX. Nació siendo rey Alfonso XIII. Luego, los años de su vida atravesaron la República, la Guerra Civil, el Franquismo, y, ya con la monarquía de Juan Carlos I, la Transición y la Democracia. Contaba sus recuerdos de la República y de la Guerra. Buen conocedor de la Historia de España, y hombre inteligente, no se quedaba en la superficie de los hechos, sino que a través de lecturas y reflexiones trataba de comprender y entender las razones de unos y de otros. Entender los porqués de los acontecimientos históricos.
Al poco de terminar la Guerra, comienza su vida de estudiante en Cantoria. Asistía a la Academia que formaron don José Giles, don Luis Sáez y don Andrés, el párroco. Entre sus compañeros se encontraban personas tan entrañables y de tan grato recuerdo para nuestros paisanos como Pepe Liria, Joaquín Picazos, Diego Fiñana, Juan Marín o José Cano.
A los jóvenes que lean esto les resultará inconcebible, pero creo que es interesante recordar que ellos, como todos los estudiantes de aquellas generaciones, se preparaban aquí por libre, y luego se desplazaban hasta Lorca (en un viaje que entonces duraba varias horas) donde tenían que examinarse, de forma oral, de todas las asignaturas en una sola jornada.
Tras siete años de bachiller les esperaba lo que llamaríamos una reválida, que entonces se denominaba Examen de Estado, y que era una prueba temida por todos los estudiantes por su dureza. Lo hacían en la universidad de Murcia, y consistía en una parte escrita y otra oral en la cual entraban todos los temas estudiados en los siete años anteriores, y los examinandos eran acribillados a preguntas por un terrible tribunal… Aprobar ese examen por los pelos ya era un éxito importante. Él sacó un notable.
Comenzó su carrera de Medicina en la universidad de Granada a finales de los años cuarenta. Eran tiempos difíciles para todos. Sus padres pagaban los estudios universitarios de tres hijos: dos de ellos estudiantes de Medicina, y un tercero de Farmacia. Por ello se veían en serias dificultades económicas para poder sacar adelante las tres carreras. Durante sus estudios, Adolfo residió en pensiones baratas y tuvo que hacer permanentes equilibrios para estirar su asignación.
Contaba anécdotas referentes a ello, como la siguiente: un día paseando con unos compañeros metió sus manos en los bolsillos. Llevaba una chaqueta abierta por detrás, como se estilaba entonces, con lo cual, al hacer ese movimiento, dejó al descubierto la parte trasera del pantalón. Uno de los compañeros, que iba detrás, le tocó en el hombro y hablándole en voz baja le dijo: “Adolfo, sácate las manos de los bolsillos porque se te ven los remiendos del pantalón”…
También contaba cómo tenía que luchar contra el frío de los crudos inviernos granadinos, sin calefacción. Se metía en la cama vestido y así estudiaba y preparaba los exámenes.
Terminó la carrera de Medicina sin suspender ninguna asignatura. Cuando volvía a Cantoria, al finalizar el curso, su padre lo esperaba en la estación del ferrocarril, y sólo le preguntaba: “¿Cuántas?” Se refería al número de matrículas obtenidas ese año.
Muchos cantorianos desconocen que fue el número uno de su promoción. Desgraciadamente, su padre no tuvo la satisfacción de verlo: falleció el otoño de 1952, unos meses antes de que su hijo se licenciara… Presintiendo su muerte, como estaba viudo, don Juan dejó a su hermano Ramón el dinero suficiente para que Adolfo pudiera terminar sus estudios.
En estas circunstancias hace su servicio militar. Fue destinado a Burgos. De esa etapa solía recordar los terribles fríos que allí pasó. Al terminar la mili le dieron una plaza de médico interino en Cantoria. En el pueblo había ya dos doctores trabajando. Entonces, los ingresos procedían de las igualas y toda la gente estaba ya comprometida con los médicos establecidos.
Recuerdo con qué pena recibió la noticia de boca de Paco Cerrillo, encargado de visitar a la gente del pueblo: la ridícula cifra de los que estaban dispuestos a tenerlo a él como médico. Un vez más se cumplía el refrán: “Nadie es profeta en su tierra”.
Poco después se convocaron las oposiciones para médicos de APD (Asistencia Pública Domiciliaria). Se marchó a Madrid, a casa de su hermana Carmen, y allí estudió como siempre lo había hecho y lo haría en el futuro. Una de sus frases favoritas era: “un médico tiene la obligación y el deber de estar estudiando siempre. Hasta el final de sus días”. Frase que siempre aplicó a sí mismo con entusiasmo y disciplina: hasta días antes de morir aún se metía en su despacho a leer revistas médicas o libros que trajeran las últimas novedades, los últimos avances de la medicina.
Sacó las oposiciones con el número cinco entre tres mil médicos de toda España.
Entonces comenzó su definitiva vida profesional. Volvió a Cantoria, ahora como médico propietario. La casa familiar se había deshecho con la muerte del padre y la boda de su hermana María Joaquina. Él marchó a vivir a casa de su hermano Antonio, farmacéutico, que ya estaba casado con la maestra conquense Conchita Chirveches. Vivió allí hasta poco antes de casarnos.
Cuando empezó a trabajar, aún hizo visitas en caballería a los cortijos o zonas más alejadas. Aunque esto duró poco tiempo, porque enseguida hizo su aparición el “fenómeno motocicleta”. Se compró una Derbi y, posteriormente, una Ossa, que aún son recordadas y comentadas con simpatía por sus sobrinos. Esto facilitó sus salidas a Almanzora y Partaloa, pues este último pueblo había quedado sin médico. Ello contribuyó a mejorar su situación económica.
En aquellos tiempos no había servicios de Urgencias. De manera que estaba de guardia las 24 horas del día. Se ponía de acuerdo con el médico que ocupaba la otra plaza para turnarse, y así poder librar uno de cada dos fines de semana.
El horario era durísimo, pues se puede decir literalmente que ¡no tenía horario! Raro era el día que tras recogerse de la consulta lo dejaban comer sin que alguien llamara por alguna emergencia. A veces, en casa, sonaban al mismo tiempo la puerta principal y la de la cocina. Y, en más de una ocasión, también el teléfono lo reclamaba por partida triple y simultánea.
Lo peor eran las madrugadas. En ese tiempo, pocas noches pudo dormir sin avisos. Plena noche y toc, toc, toc… ¡Don Adolfo! Toc, toc, toc… ¡Don Adolfo!... Y don Adolfo dejaba el sueño y la cama; a veces calzaba sus zapatos sin ponerse los calcetines, y salía a la noche y al viento dispuesto a curar.
Por entonces, mediados los años sesenta, llegó al pueblo un nuevo médico, don Joaquín Pareja, y se unieron para trabajar juntos. Compraron un solar en el Paseo y levantaron, con riesgo y sacrificio, la primera clínica que hubo en Cantoria. La clínica les permitió más medios de diagnóstico, rayos X, electrocardiógrafo, amplia sala de curas… Incluso, habitaciones con camas para ingresos.
Hombre de gran vocación, enamorado de su profesión, tuvo a lo largo de su vida muchas satisfacciones personales y profesionales. Se sentía muy satisfecho de que nunca envió un enfermo a un especialista que disintiera de su diagnóstico como médico de cabecera.
También fueron numerosas las anécdotas. Alguna vez apuntó la idea de irlas recogiendo para reflejarlas en su jubilación en un libro de memorias. Pero la jubilación total nunca llegó, pues siguió manteniendo su consulta particular donde, además de a antiguos pacientes, atendía a los afiliados de las compañías de seguros de Muface. Por esta razón no se encontró en ningún momento inactivo sino que continuó estudiando para seguir ofreciendo a sus pacientes la medicina de calidad que siempre ejerció.
Una de ellas fue la siguiente: un día vinieron a llamarlo a altas horas unas personas muy asustadas porque, allá en las cuevas, a una chica le había salido, de pronto, un gran bulto entre las piernas. Subieron hasta allí, y, a la luz de un candil, pudo ver a una muchacha de unos quince o dieciséis años tumbada en la cama con las bragas puestas. Efectivamente, a través de ellas se percibía un notable abultamiento. La sorpresa del médico fue importante. Sin saber muy bien qué podría ser aquello, sacó una navaja, que le acompañaba en sus cacerías y paseos campestres, y que siempre solía llevar en el bolsillo, y rasgó el lateral de las bragas que vestía la chiquilla. ¡Cuál no sería su asombro al encontrarse, entre las piernas de la muchacha, a una criatura enroscada en posición fetal que asomaba ya casi toda la cabeza, y que a él, al pronto, le recordó a las anchoas que venían antes dentro de las aceitunas rellenas! Una vez fuera del todo la criatura y amarrado el cordón umbilical con un trozo de cuerda que había por allí, preguntó si es que no sabían que la joven estaba embarazada. ¡Nadie sabía nada!... Cuando hubo terminado su trabajo, volvió a la casa con el tiempo justo de asearse y marchar a la consulta, pero sonriendo interiormente por la forma tan peculiar que Dios le había deparado de poder ayudar a venir al mundo a una nueva criatura.
En otra ocasión, llamado de forma particular, tuvo que desplazarse a una de las cortijadas más alejadas de Cantoria. Después de atender al enfermo y hacer las curas, la mujer le preguntó qué le debía. Él le dijo la cantidad (que era la que estipulaba el colegio médico en esos casos). La mujer, entonces, dándole pequeños y cariñosos golpes en el hombro, le decía: “¡ande ya, don Adolfo, ande ya, qué cosas tiene usted! Él le dijo: “pues mujer, haz lo que quieras”. Y se vino sin cobrar una peseta. A los dos días apareció la mujer en la casa trayendo un par de gallinas y un pequeño saco de garbanzos. Dirigiéndose al médico le dijo: “don Adolfo le traigo esto a usted, para que vea”… De manera que el médico no cobró un duro, pero en la casa, eso sí, nos hicimos un buen caldo de gallina con garbanzos.
¿Qué podré yo decir de él que no sean todo alabanzas? Fue un hombre bueno, temeroso de Dios, enamorado de su profesión, siempre absorbido por la enorme responsabilidad de su trabajo. Y esto es lo que entiendo que de su vida como médico puede interesar a nuestros paisanos.
Por último, quiero agradecer al director de la revista la ocasión que me ofrece de poner por escrito este pequeño homenaje que brindo a quien fue mi querido esposo, Adolfo López Giménez, médico de Cantoria durante más de medio siglo.
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